El cargo de Rosa Garicano en el Palau de la Música conducía a engaño. Aunque formalmente ocupaba el puesto de directora general, en realidad su función se limitaba a "la publicidad, el marketing y el patrocinio". No tenía, por tanto, ningún rol en la gestión económica o administrativa de la institución musical, saqueada por sus anteriores responsables, Fèlix Millet y Jordi Montull. "Mi misión era lanzar la marca Palau", afirmó ayer Garicano al declarar, en calidad de testigo y durante una hora, ante el juez que investiga el presunto pago de comisiones de Ferrovial a Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) a través del Palau.
Si tenía cargo y tarjeta que le acreditaba como directora general, dijo, era solo para afianzar su posición ante los patrocinadores. Garicano aplaudió, en ese sentido, la labor de Ferrovial, que a cambio de su aportación económica recibió publicidad. "Gracias a esa gran empresa hemos podido disfrutar de conciertos", afirmó. La exdirectora declaró ante el juez, en cualquier caso, que desconocía por completo las irregularidades del Palau y el supuesto desvío de fondos a CDC.
Garicano fue despedida cuando estalló el escándalo. El juez de lo Social que avaló su despido consideró acreditado que la exdirectora estaba al corriente del saqueo y que conocía el desvío de dos millones de los patrocinios de Ferrovial al Orfeó Català. La acusación particular pidió, sin éxito, su imputación en la causa principal del Palau.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de abril de 2011