"Contacto visual con Gerónimo; enemigo muerto en acción". Así anunció el director de la CIA, Leon Panetta, al presidente de EE UU el final del asalto a la casa de Abbottabad (Pakistán) donde se encontraba Osama bin Laden en la madrugada del lunes, y la conclusión de una operación a la que el presidente Obama había dado luz verde en la mañana del pasado viernes.
Bin Laden estaba desarmado cuando murió de un tiro en la cabeza y otro en el pecho en un ataque que duró 40 minutos. El comando sacó de la casa ordenadores y discos en los que los investigadores norteamericanos confían encontrar pistas sobre otros dirigentes de Al Qaeda. Obama tomó la decisión tras cinco reuniones con su equipo de seguridad -la primera el 14 de marzo y la última el 28 de abril- y con tan solo un 60% de garantías de que Bin Laden estuviera en la mansión que se iba a atacar. Algún miembro de su Gabinete no compartía la decisión. El secretario de Defensa, Robert Gates, advirtió de las enormes dificultades que implicaba una operación terrestre y recomendó un bombardeo.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 4 de mayo de 2011