Mikhail Torrance no juega en el Maccabi. No puede. Hace nueve meses, durante una sesión de tiro, el base estadounidense se desplomó sobre el parqué a causa de un ataque al corazón. El Maccabi se movió rápidamente. En su lista de posibles fichajes figuraba Jeremy Pargo. En 2009 apareció en la portada de Sports Illustrated cuando destacaba en la Universidad de Gonzaga, pero se le conocía más por ser el hermano de Jannero, con una larga trayectoria en la NBA. Jeremy tuvo que ganarse la vida en el Hapoel Galil. Su buena temporada le valió para que los técnicos del Maccabi le echasen el lazo tras la enfermedad de Torrance. En la decisión tuvo mucho que ver David Blatt.
Blatt es el estereotipo de la perfecta simbiosis israelí-estadounidense que distingue al Maccabi. Nacido en Boston hace 52 años, se formó como jugador en la Universidad de Princeton e inició su carrera en Israel. Cuando se retiró, en 1993, empezó a entrenar. Muchas veces se ha cruzado en el camino de equipos españoles. Sin ir más lejos, en los cuartos de final de esta Euroliga, en los que el Maccabi eliminó (3-1) al Caja Laboral. Pero la ocasión más sonada se produjo en el Eurobasket de 2007, en Madrid. La selección rusa, dirigida por él, ganó la final a la española de Pepu Hernández, entonces campeona mundial y máxima favorita. Blatt, que la pasada campaña dirigió al Aris de Salónica, fichó este curso por el Maccabi y ha renovado su contrato como seleccionador ruso hasta 2012.
Precisamente durante un torneo amistoso en el que competían Rusia y Grecia, Blatt reclutó a uno de los jugadores más llamativos por su físico colosal, Sofoklis Schortsanitis. Big Sofo, el apodo de esta mole de 2,06 metros y unos 150 kilos —llegó a pesar casi 200—, dejó el Olympiacos y recaló en Tel Aviv. De esta forma se formó el espinazo del Maccabi.
Pargo se ha erigido en su mejor cañonero, con 13 puntos de media y más responsabilidad desde que se lesionó Doron Perkins, muy importante en los esquemas de Blatt.
El Maccabi, un clásico, con cinco títulos y en su undécima presencia en una final a cuatro, lo que iguala el récord del Barcelona, ha sido el mejor del torneo ofensivamente, con una media de 82,2 puntos, y en asistencias, con 16,2. Su talón de Aquiles está en la línea de los tiros libres, con un pobrísimo 66% de acierto.
Es un club poderoso dentro de la cancha y fuera de ella. No en vano logró que los organizadores de la Euroliga cambiaran el horario de la final. Estaba prevista para las 20.00 del domingo y se adelantó a las 16.30 porque los israelís amenazaron con no jugarla, de clasificarse para ella, porque en esa fecha, a la caída del sol, celebran el Yom Hazikaron o Día del Recuerdo, en el que deben parar toda actividad como muestra de respeto a los soldados caídos y las víctimas del terrorismo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 6 de mayo de 2011