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MÚSICA

Josele en cuatro pasos

La vida mata (1990)

El gran disco de Los Enemigos. La banda beoda y castiza que despachaba en 1986 su debut, Ferpectamente, con caña y tapa de chorizo, en un bar de Malasaña por mil pesetas, y que para el segundo, Un tío cabal (1988), había hallado su formación definitiva, llegó a un punto en el que, en palabras de Jesús Ordovás, "cantar y tocar suponía aceptar que la carretera mata y el rock es el jergón donde encontrar un mínimo de satisfacción".

Obras escocidas (2001)

Eran parte del paisaje, con los incondicionales suficientes para sobrevivir. Sus directos eran grandes, pero sus discos no. Justificación perfecta para ignorarles, como a ese primo con el que siempre vas a quedar la semana que viene, sin falta. Hasta que Josele dijo, "compadres: el sueño terminó" y entonces llegaron los superlativos y el "os echaremos de menos". Este repaso a su trayectoria grabado en directo con amigos en cuatro ciudades fue su herencia.

Las golondrinas etcétera (2004)

Debutaba en 2004 Josele en solitario con un disco que se anunciaba "de madurez", concepto que, en esto del rock, da bastante miedo. Significaba una ampliación de los registros musicales: tango, corrido, blues y rock, por supuesto, sirven de base para letras brillantes de un personaje más carismático y salao que sabio y relamido. Ese año se le compara con Sabina y Fito Cabrales se convierte en estrella. Dos sucesos que no tienen ninguna importancia.

Lecciones de Vértigo (2011)

Canción de próstata, el título del avance del cuarto disco de Josele, hacía temer a un quejicoso cuarentón. Error. Es todo lo contrario. Es el disco que le hace recuperar la guitarra eléctrica. Y el rock. Y al rockero fiera al que le enfurecen tanto las reacciones a la muerte de Antonio Vega como la agonía de su padre. Y el que va directo al grano y no se anda con metáforas innecesarias, que ya tiene una edad, 46, como para andar templando gaitas.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 7 de mayo de 2011