El ciclismo fue ayer la maglia rosa y su valor simbólico-patriótico máximo alcanzado al ser Marco Pinotti el ciclista que terminó vistiéndola. Pinotti, de 35 años, es un símbolo del ciclismo del resurgimiento, del ciclismo limpio que tanto ha sufrido estos años. Además, el hombre que, gentileza de su compañero Mark Cavendish, el mismo que le hurtó la maglia hace un par de años en el Lido de Venecia, pasó el primero por meta del equipo ganador, el inevitable HTC, lo hizo vistiendo la maglia tricolor de campeón italiano de contrarreloj. ¿Qué más podían pedir los miles de alpini, los voluntarios del Ejército con su sombrero tirolés que llenaban las calles turinesas? Seguramente hoy, gracias a la bonificación, Cavendish se pondrá líder.
El ciclismo fue, además, los simbólicos 8s -un mordisquito de nada, el precio de una bonificación por un tercer puesto- en que el Liquigas de Nibali aventajó al Saxo Bank de Contador en los casi 20 kilómetros llanos corridos por el HTC a más de 55 por hora. El corredor de Pinto se declaró feliz por no caerse, por no meter la rueda de su Specialized en la línea de las vías de los tranvías que surcaban el empedrado turinés. Si simbólicos fueron también los 2s que cedió el Lampre de Scarponi a Nibali, más sustancia sin embargo contienen los 28s perdidos por Kreuziger ante el siciliano que ganó la última Vuelta, los 31s de Menchov y los 42s de Purito. Los 51s de Anton (el Euskaltel fue el último), en cambio, son bienvenidos, un paso más para alcanzar su aspiración de ganar una etapa de montaña.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 8 de mayo de 2011