Pilar Jiménez, vecina de Cornellà de Llobregat, empezó a temblar cuando se enteró de los recortes sanitarios. El 11 de abril, una llamada del hospital de Sant Joan de Déu confirmó sus temores. "Me dijeron que la operación de Marta se atrasaba por culpa del tijeretazo, pero no nos dieron más explicaciones", explica en el salón de su casa. Marta es su hija y acaba de cumplir seis años. Le tendrían que haber operado de un pie zambo el 28 del mismo mes. "Cuando corre, tropieza o cae", explica Pilar mientras la pequeña se entretiene con los juguetes que le han regalado. La operación le colocaría el pie, que ahora tiende hacia el interior, en la posición correcta.
Marta nació con problemas de crecimiento en la pierna derecha y "con el pie derecho completamente torcido", añade la madre. A los nueve días de vida le colocaron una escayola durante un mes y medio que le corrigió algo la posición. A partir del año, empezó a llevar una férula que le mantuvo el pie en el lugar adecuado. Durante el primer año solo se la pudo sacar durante una hora, recuerda Pilar. En los tres siguientes, pasó a llevarla únicamente por la noche. Pese a las mejoras, la operación es inevitable.
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Pilar ha llamado diariamente al hospital desde que se suspendió la intervención. No le saben decir cuándo se reprogramará. La doctora, por su parte, les ha asegurado que no está en sus manos, sino que depende de "la designación de los quirófanos por parte de la dirección del hospital".
La espera ha desmontado los planes de la familia. "Contábamos con que Marta estaría recuperada para el verano". No la podrán llevar a un casal de verano porque tendrá que pasar un mes escayolada después de la intervención, lamenta su madre. Lo peor, sin embargo, es la infancia plagada de dificultades que está viviendo Marta, a las que aun no ve fin.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 14 de mayo de 2011