Pensamos que las cosas malas solo les pasan a los demás y asistimos incrédulos al espectáculo de la desgracia ajena, compungidos, pero cómodamente sentados en el sillón de casa. En España, esta actitud se da a nivel global: vemos con horror las guerras en Oriente Próximo, los genocidios en África, los desastres naturales en países remotos y no nos damos cuenta de que aquí, muy cerca de nosotros, los demás contemplan nuestra subida al patíbulo como un "espectáculo ajeno".
Parece que nada importa, que aquello nunca nos va a pasar a nosotros y, sin embargo, la desgracia del desempleo, del hambre, de la corrupción, del abuso de poder en esta pretendida "democracia" está ya instalada entre nosotros, que seguimos inmóviles, como pasivos espectadores.
Pero el pasado 15 de mayo algo ha cambiado: la España que bosteza -como diría Antonio Machado- empezó a articular la palabra "basta". Todavía se percibe como un rumor pero puede llegar a ser, si nos lo proponemos, un grito de bronca, de rebeldía, de victoria. Espero que esta movilización no se quede en mera intentona y que nos demos cuenta de que un pueblo movilizado, consciente y autodeterminado es capaz de bajar Gobiernos y de cambiar las cosas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 18 de mayo de 2011