Estoy acabando mis estudios en la universidad y me niego a que se me incluya, a mí y a mis compañeros, en la llamada generación perdida.
Me parece bastante sintomático que Dominique Strauss-Kahn, el director del Fondo Monetario Internacional, que usó esa expresión para referirse a nosotros, los jóvenes españoles, se encuentre hoy entre rejas, acusado de agresión sexual.
Tal vez nosotros seamos la generación perdida, pero parece que algunos dirigentes forman parte de lo que se podría denominar la "generación podrida", integrada por muchos corruptos, ladrones y mentirosos, como Madoff, otro ilustre representante de esa generación que pretende aprovecharse de sus privilegios y hacernos pagar a nosotros.
Pero no vamos a pagar justos por pecadores. Por mucho que insistan, nosotros no somos el problema. Le pese a quien le pese, los jóvenes somos el futuro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de mayo de 2011