Son muchos, por desgracia, los menores que se encuentran actualmente en situación de alto riesgo, careciendo de un ambiente y estabilidad que pueda garantizarles la cobertura de sus necesidades básicas: alimentación, educación, vestido, vivienda, etcétera, y viéndose expuestos a situaciones que ponen en peligro su integridad física y psíquica (maltratos, abusos, negligencias, abandonos...).
Desde las casas de acogida inmediata que se encuentran en determinados centros de menores se atienden estos casos, acogiéndolos sin escatimar atenciones, ya administrativas, ya afectivas y emocionales. Siempre con la mejor intención posible y mirando únicamente el bien del menor por encima de todo.
Actualmente los centros trabajan por encima de sus posibilidades, acogiendo más menores que plazas establecidas tienen, lo que no logra dar respuesta a las decenas de niños que se encuentran desamparados y desprotegidos en nuestra provincia (Granada), siguiendo muchos de estos en la calle por falta de espacios donde acogerlos. El problema se acentúa en estos días, cuando la delegada de igualdad y Bienestar Social y el Servicio de Protección del Menor procede al cierre de algunos de estos centros alegando la desaparición de la necesidad de tales servicios, tras lo que se esconde únicamente un recorte económico que no debería permitirse jamás: ¿se puede consentir que se escatime en lo que respecta a la integridad de las personas?
Quizá sea necesario hacer una revisión de la escala de valores de nuestra sociedad, y tomar conciencia de que esas actuaciones se llevan a cabo en nuestro nombre y con nuestros impuestos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de mayo de 2011