A las 22.09 de la jornada de reflexión, Anoeta se heló. Se había calentado con el gol del Valencia, pero el remate de cabeza del Cata Díaz, sorprendiendo a la Real y a su público, a todos a la vez, en una jugada colegial, fue como un relámpago en una noche de verano. Le pesaban las piernas a la Real como losas, como asientos de piedra, cuando se esperaba que las columnas fueran las del Getafe, que, sin embargo, salió ligero, atrevido, quizá desesperado, acaso concentrado.
A la Real le debían de pasar demasiadas cosas, tantas como para impedirle combinar, templar gaitas, atacar. Quería hacerlo todo y no hacía nada. El Getafe, soportado por la movilidad de Boateng y el dinamismo de sus delanteros, supo hacer de la necesidad virtud y empezó a acosar el área de la Real hasta encontrar un gol imposible. Poquísimas veces se da un gol de un equipo que lanza un libre indirecto frontal, sin rosca, sin maldad, y lo remata... el defensa central rival con un pie, en escorzo. Vamos, a placer, en el día menos placentero del mundo.
REAL SOCIEDAD 1 - GETAFE 1
Real Sociedad: Bravo; Carlos Martínez, Ansotegi, Demidov, De la Bella; Rivas (Elustondo, m. 87), Aramburu; Xabi Prieto, Zurutuza (Sutil, m. 46), Griezmann (Bergara, m. 69); y Tamudo. No utilizados: Zubikarai; Mikel González, Agirretxe e Ifrán.
Getafe: Ustari; Torres, Cata Díaz, Mario (Mané, m. 46), Marcano; Boateng, V. Sánchez; Pedro Ríos, Albín (Parejo, m. 72), Manu del Moral (Casquero, m. 83); Miku. No utilizados: Codina; Pintos, Borja y Arizmendi.
Goles: 0-1. M. 9. Cata Díaz. 1-1. M. 65. Sutil.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Mario.
Unos 29.000 espectadores en Anoeta.
Si bloqueado estaba el equipo de Lasarte, aquello le metió el cerebro en el sobaco. El plomo pesaba poco comparado con las piernas de sus futbolistas. Un poco de Xabi Prieto, que juega con el alma, que es algo indescriptible, mientras el Getafe se armaba cada vez mejor para aprovechar las espaldas de los laterales donostiarras.
A las 22.09 del final de la Liga, el Getafe le hizo a la Real una transferencia de responsabilidad. Habían cambiado los papeles y ahora el que sentía la presión, sobre el colchón del Deportivo, era la Real. Y, como todo estaba igualitario, la Real, cuando se soltó un poco la coleta, en la segunda mitad, encontró el mismo sitio que halló el Cata Díaz. Pero esta vez lo descubrió Sutil, abandonado por los defensas, para cabecear un centro de Xabi Prieto.
Y todos, a besarse, a celebrar el éxito o quizá el fracaso del Deportivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de mayo de 2011