La de ayer fue una derrota en todos los frentes. Hundimiento en las Cortes, en las grandes ciudades y en las intermedias. Varapalo incluso en las pocas plazas fuertes que aún le quedaba al socialismo valenciano, como Gandia o Elche.
El candidato socialista, Jorge Alarte, apareció tarde. Lo hizo pasadas las 23.30 horas y en su comparecencia reconoció el "severo retroceso sufrido por el PSOE en su conjunto del que no está exento el socialismo valenciano". Evitó la palabra culpa a la hora de analizar la causa de los malos resultados, pero quiso subrayar que el debate electoral "se ha centrado en la política nacional" por "la insistencia" del PP y "esto nos ha afectado". Pese a todo ello, se mostró dispuesto a continuar: "Los tiempos difíciles son para asumir la responsabilidad y dar la cara".
Un discurso parecido sostuvo el aspirante socialista a la alcaldía, Joan Calabuig. "Los resultados no son buenos", admitió. Calabuig relacionó la pérdida de cuatro concejales con la crisis económica. Y señaló, respecto al retroceso en un concejal del PP, que "han llegado a su techo" y que el proyecto popular "da síntomas de agotamiento".
Apenas se acercaron militantes a la sede socialista lo largo de la tarde-noche electoral. No había nada que celebrar.
Tampoco acompañaron los datos de la encuesta emitida por Canal 9 al filo de las 20.00, que ya anunciaban la debacle del PSPV. Pese a ello, los socialistas aún confiaban en que voto oculto les diera un empujón en los resultados definitivos y pudiera maquillar el desastre hacia el que apuntaban los sondeos. El cabeza de lista del PSPV por Alicante, Ángel Luna, ofreció una rueda de prensa y sostuvo que los datos finales no serían "ni mucho menos, los de la encuesta". Existía la esperanza, como comentaban responsables socialistas que se acercaban a hablar con los periodistas, no solo de que muchos de sus votantes se hubieran negado a decir su voto a los encuestadores a pie de urna. También que el rechazo a Francisco Camps -incluso entre su propio electorado- que indicaban los últimos sondeos se pudiera traducir en voto amigo. Aún menos podían creerse la irrupción de Compromís y Esquerra Unida, en las Cortes, una suerte de "prodigio sociológico" inédito en el escenario político que se tenía como inverosímil.
Pero no hubo vuelco. A medida que avanzaba el escrutinio iba tomando cuerpo el negro escenario que trazó la televisión autonómica. Las caras cada vez eran más largas y la decepción más evidente. "No nos podíamos imaginar esto", sostenían.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de mayo de 2011