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Crítica:Decimocuarto festejo | MONTEALTO / DUFFAU, FLORES, SIMÓN | La lidia | Feria de San Isidro

Un francés, un mexicano y un español

¿Saben aquel de un francés, un mexicano y un español que lidiaron una preciosa novillada de cinco pelajes diferentes -negros primero y último; colorado el segundo, jabonero el tercero, castaño el cuarto y negro chorreado el quinto- y juego desigual, y que, sin cortar orejas, salieron de la plaza pero con la dignidad de haber estado a la altura de la exigente tarde?

No es un chiste; es la historia de tres valientes jóvenes de diferentes nacionalidades -multiculturalidad taurina- que se presentaron muy serios ellos, con más o menos técnica, pero con la ilusión que se les supone a quien comienzan en esta nada fácil profesión.

Duffau, que, como saben los que estudiaron francés en el bachiller, es oriundo de Francia, tiene un valor seco, conoce la técnica, y tuvo mala suerte con sus novillos. Flores nació en la ciudad mexicana de Talxcala, y no hay que verle la cara para concluir que es de ese pueblo; le acompañan unas maneras excelentes, amén de un valor sin cuento. Lució más con el capote que con la muleta y realizó la suerte suprema como mandan los clásicos: con la izquierda; es decir, echando la muleta a la cara de los novillos y hundiendo el estoque hasta la empuñadura. Y el español, López Simón, nació en Barajas, pero parece extremeño. Y no porque los de Extremadura luzcan unas facciones especiales, sino porque es el vivo retrato de Talavante, que vio la luz en Badajoz. Es un torero ceremonioso, con personalidad y suave torería.

MONTEALTO / DUFFAU, FLORES, SIMÓN

Novillos de Montealto, muy bien presentados, de bella estampa, que cumplieron en los caballos, nobles

y sosos; muy manso el primero y bravo el segundo.

Thomas Duffau: pinchazo, estocada -aviso- (ovación); estocada (ovación).

Sergio Flores: estocada (petición

y ovación); pinchazo y estocada (palmas).

López Simón: pinchazo y estocada (ovación); pinchazo y estocada (silencio).

Plaza de Las Ventas, 23 de mayo. Decimocuarto festejo de feria.

Casi lleno.

Salieron sin cortar orejas, pero con la dignidad de haber estado a la altura

Los novillos eran preciosos, pero ninguno rompió en el tercio final

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Y la novillada de Montealto llegó con una presentación de lujo: preciosos los novillos, y no solo por sus pelos distintos, sino por su trapío y cuajo. En general, se emplearon en los caballos, especialmente el bravo segundo, que permitió el lucimiento del picador Plácido Sandoval Tito, y con la excepción del primero, que fue un manso de libro. Ninguno rompió en el tercio final, en el que se apagaron pronto.

Thomas Duffau se presentaba en Las Ventas y seguro que había soñado con mejores oponentes. El manso primero de la tarde hizo pasar las de Caín a la cuadrilla, huidizo y distraído, al que el torero recibió con dos pases cambiados por la espalda y muy decidido. El animal no quería embestir ni a la de tres, pero Duffau insistió tanto, con depurada técnica siempre, que le robó muletazos por ambas manos muy estimables. Tampoco se lo puso fácil el cuarto, soso y descastado, al que le aguantó derrotes al aire que sorteó con voluntad.

Sorprendió el mexicano con unas hondas verónicas a su primero, ganando terreno en cada una de ellas, y afianzó la buena impresión con unas ceñidas chicuelinas; confirmó su buen gusto en los inicios de la faena de muleta con muletazos muy bien trazados. Pero lo bueno duró poco, por la rápida caducidad del novillo y todo perdió la necesaria intensidad. Tobillero resultó el quinto, que se revolvía en un palmo de terreno y lanzaba gañafones de miedo. No se asustó aparentemente el muchacho y lo mató de una buena estocada.

Y el tercero de la historia, López Simón, maneja el capote con suavidad, y comenzó sus dos faenas de muleta de rodillas en el centro del ruedo; y, como suele ocurrir, gustó más genuflexo que enhiesto, aunque es verdad que lo intentó con toda su alma y suplió con decisión el poco fuelle de sus toros.

He aquí la historia, no un chiste, de un francés, un mexicano y un español que merecen mejor suerte que la que encontraron ayer.

Pitos

- El tercio de banderillas del manso primero fue un sainete. El animal se hizo el amo del ruedo entre la total ineficacia de la torería andante.

Ovación

- El picador Plácido Sandoval Tito, de la cuadrilla de Flores, picó de manera excelente al bravo segundo, y la plaza lo premió con una cerrada ovación.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de mayo de 2011

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