LA REPRESIÓN DEL 15-M
"¡Nos ha llegado una filtración de que nos desalojan!". El grito, proferido a las 6.30 horas, despierta a unos 400 indignados que duermen en el suelo de la plaza de Catalunya. A la media hora, el agorero presagio se hace realidad. Dos agentes de la Guardia Urbana y dos de los Mossos d'Esquadra se acercan a los jóvenes con ánimo negociador.
La acampada de Barcelona desapareció ayer un par de horas para renacer de inmediato más indignada, más fuerte y más protagonista que nunca. Las 10.000 personas que anoche llenaron la plaza de Catalunya con el campamento reconstruido y la extensión de las caceroladas a más barrios muestran que la brutalidad policial acabó volviéndose en contra.
"Sentido común, cautela, prudencia y, cuando ha sido necesario, contundencia". Con estas palabras justificó ayer el consejero de Interior, Felip Puig, la actuación de los Mossos d'Esquadra en la plaza de Catalunya. "El objetivo era desalojar, no cargar", repitió hasta la saciedad, aunque admitió que una línea de contención se vio superada.
La dura actuación de los Mossos contra los concentrados de la plaza de Catalunya provocó un fuerte rebrote de las protestas callejeras, que, tras dos semanas de acampadas, habían empezado a perder fuerza. Más de 10.000 personas se congregaron anoche en la plaza, lo que supone la mayor concentración de estos 15 días.