Las redes sociales se prestan a fenómenos de lo más surrealistas, como los grupos formados entorno a la idea Señoras que... Miles de usuarios en Facebook se han adherido a colectivos bajo este encabezamiento. Desde Señoras que van con bolsas en la cabeza cuando llueve a Señoras que en realidad son Steven Seagal... Hay decenas de grupos, cada cual más delirante y divertido. En Córdoba, el centro cívico del barrio de Miralbaida se ha inspirado en esta idea para dar nombre a una actividad cultural: Señoras que pintan grafitis. Eso sí, aquí se ha llevado a la práctica, en un taller de 20 horas que ha dado como resultado un mural compuesto por cuatro señoras que, efectivamente, pintan grafitis. Las obras de estas mujeres, de entre 45 y 50 años, decoran uno de los patios de la sede del centro. "La programación de los centros cívicos de los distritos de Córdoba es semestral. El Ayuntamiento nos ha pedido que innovemos en nuestras ofertas de actividades culturales. A nuestro coordinador, Rafael Castejón, se le ocurrió esta actividad, viendo lo que estaba pasando en las redes sociales", explica Emilia López, técnico de Participación Ciudadana.
El taller 'Señoras que pintan grafitis' pretende dignificar este tipo de murales
El grupo de voluntarias que asistió a los talleres son de las más activas del barrio. Son amas de casa que han hecho todo tipo de actividades en ese escenario, desde cursos de cordobanes a taichí o bordado. Pero jamás nada como el arte urbano que acaban de aprender. "Nunca pensé que yo pudiese hacer algo así", comenta Loli Macías. "No sabía nada de pintura, así que la experiencia ha sido muy buena", añade. La temática elegida ha sido la más cercana: ellas mismas o sus familiares. Rostros plasmados con realismo, en blanco y negro, copiados de fotografías que realizó el monitor del taller, Daniel Herrera.
Antes de ponerlas a atacar las paredes con los aerosoles, Daniel les dio unas clases sobre este arte urbano al que iban a acercarse. Desde los primeros ejemplos contestatarios y políticos, a la deriva actual, más ligada a la publicidad, el diseño y la decoración. "Quería quitarles de la cabeza el prejuicio que existe sobre que este arte es de macarras o exclusivo de hombres. Es cierto que es una percepción real entre la gente, pero es porque no se conoce este mundo. Ya hay muchas chicas que son grafiteras", explica.
Con actividades como esta, los centros cívicos tratan de ampliar la oferta para los vecinos. "La idea es abrir el abanico, dar a conocer cuantas más cosas mejor. Y luego, una vez impartidos los talleres, permitir que los usuarios, si quieren, puedan seguir aprendiendo por su cuenta, usando las instalaciones, pero pagando entre ellos a los monitores", apunta Emilia López. En el caso de los grafitis, aún no saben si continuarán "pero ya nos han ofrecido pintar alguna fachada y algún patio de vecinos", bromea otra de las participantes, la asturiana Pilar Feito.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 31 de mayo de 2011