El aún presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, se despidió ayer de la institución provincial después de 24 años, ocho en la oposición y 16 en el Gobierno. Tuvo solo tres palabras para quienes han criticado su gestión y sus prácticas: "Adiós, hasta nunca", dijo. Y se regocijó en los "espectaculares" resultados electorales obtenidos por el PP y la "paliza morrocotuda" a los socialistas. Sin atisbo de autocrítica, ni referencia a su situación judicial, imputado por tráfico de influencias, cohecho y fraude fiscal, solo lamentó dejarse alguna obra por hacer "y no haber podido ver aterrizar aviones siendo presidente de esta Diputación".
Fabra dijo que se va porque quiere, pese a haber hecho algún intento por seguir en la vida institucional, aun cuando se mantendrá en su puesto de presidente provincial del PP. Se reincorporará, en breve, a su cargo de secretario de la Cámara de Comercio, donde conservará su escolta, pagada por el PP, y el coche y chófer oficiales, financiados por la Cámara, de la que percibirá un sueldo de 90.000 euros anuales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 1 de junio de 2011