Núcleo duro

A diferencia de otras geografías, que agrupan en pocos metros numerosos espacios de esparcimiento gastronómico, llámense estos bares, tascas o restaurantes -facilitando con ello la cómoda visita a varios de ellos sin solución de continuidad- en nuestra Comunidad no se prodiga esa costumbre, sea por razones climatológicas o de otro tipo, y está muy alejada de nuestra idiosincrasia la fórmula de tomar repetidos vasos de vino o cerveza de pie, formando corro, e ingiriendo la mínima cantidad posible de alimento sólido, no vaya a perjudicarse el efecto del alcohol.

Por ello se agradece que en plaza tan turística como Benicàssim se haya roto la tendencia, y se agrupen en menos de cien metros espacios como El Charquito, del que ya hablamos en anterior ocasión, que nos brinda brillantes quisquillas rebozadas al más puro estilo andaluz, a la vez que multitud de tapas y refrescantes gin tonics para finalizar el ágape; Lipizano, renovado en su decoración aunque mantiene sus clásicos, entre los que destacan el bacalao con pimientos, la sepia bruta o la tortilla de alcachofas y berenjenas; y El Medoc, restaurante con una alta especialización en cierta cocina francesa, y que presenta abundantes platos nutritivos y sabrosos compuestos por multitud de patés, patos y foies, entre los que podríamos destacar los cuellos de pato rellenos, las hamburguesas hechas con la carne del mismo animal o las rillettes.

Y en medio de todos ellos un singular supermercado -de nombre Proxidis- que atesora en su interior, pese a la monótona imagen externa, un impresionante surtido de ginebras, rones, güisquis y aguas tónicas de todas marcas y calidades.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 5 de junio de 2011