En los discursos sindicales suele utilizarse ese lenguaje empalagoso de la gramática inventada por la progresía poco respetuosa con el idioma, para hablar de: trabajadores y trabajadoras, compañeros y compañeras, afiliados y afiliadas... lo curioso es que al referirse a los empresarios nunca se menciona a las empresarias, como si ellas, mujeres audaces con iniciativa y capacidad para dirigir empresas -que haberlas haylas- no existieran y ahí se deja de utilizar ese ridículo lenguaje reiterativo.
¿Será que la demonización del empresariado pasa por citar a uno solo de los "géneros"?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 15 de junio de 2011