Narrativa. Nacido en 1981, Tristan Garcia ha escrito una novela sobre una época que no conoció pero de la que le debieron de llegar amplias resonancias y un sinfín de rumores. Los años ochenta están ya lo suficientemente lejos como para que circule sobre ellos una leyenda. Ahora son vistos como una especie de pudridero: una época necia y pintoresca gobernada por el sida y en la que hallaron su tumba todas las ideologías. Es una forma de verlo, no muy distante a la que circula por la novela La mejor parte de los hombres. Título más humorístico de lo que ya parece a primera vista si se tiene en cuenta que el narrador es una mujer, periodista de Libération. Tanto ella como los tres amigos que protagonizan la historia resultan bastante amañados: es el gran peligro cuando abordas épocas que no has vivido, y hay momentos en los que el lector cree que la narración va a derivar hacia el sainete. Pero no. Tristan Garcia sabe aguijonear al lector a través de la lucha sangrienta que establecen Dominique (portavoz de la lucha contra el sida), y William, antiguo amante suyo y defensor del sexo sin protección. Su combate sirve para ilustrar, al menos en parte, la lucha ideológica de la época: o seguir la norma o negarla. O seguir los consejos del Estado o vomitarlos como si de un veneno se tratara. Y también sirve para que la narradora se ejercite en la ironía y el sarcasmo, en un extraño equilibrio casi siempre inestable y que le da a la novela mucha elasticidad. Digamos que Tristan Garcia consigue salvar todos los peligros de la novela como Lloyd sortea abismos, y lo que parecía una opereta se va convirtiendo en una narración cada vez más envolvente y desmitificadora. Al final de la novela, la narradora nos revela cuál es, en su opinión, la mejor parte de los hombres. No es lo que el lector espera y yo no lo voy a decir. Sería una traición.
La mejor parte de los hombres
Tristan Garcia
Traducción de Lluís M. Tudó
Anagrama. Barcelona, 2011
304 páginas. 19,50 euros
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 18 de junio de 2011