Existe últimamente una sensación en España de que todas las decisiones económicas importantes no las tomamos nosotros ni nuestros supuestos representantes, sino que nos las imponen desde fuera. Se suele decir que esa imposición viene de la UE y que nuestra pertenencia a ella ha sido un lastre para nuestra economía. Es cierto que hemos cedido parte de nuestra soberanía, pero no es ahí donde está el problema.
Entonces, si no es la UE la que nos impone las congelaciones salariales, las subidas de impuestos y el recorte de presupuesto en general, ¿quién es? Desde hace un par de años algunos decidieron que esta crisis se solucionaba reduciendo el déficit hasta la mínima expresión. Esto, que empezó siendo una alternativa -porque, aunque no lo parezca, es una opción más de tantas-, fue tomado como una doctrina de fe por todos los países, tanto por los Gobiernos conservadores como por los progresistas. Y todo sigue igual. ¿No se ha aprendido nada de Grecia? ¿Qué se consigue reduciendo el déficit?
En teoría económica aprendí que el gasto público era uno de los componentes del PIB. ¿Cómo es posible que en una época en la que el consumo es mínimo porque las familias no tienen ni para vivir dignamente, se recorte el gasto y el Estado no haga inversiones de ningún tipo? Se deberían realizar políticas de empleo eficaces, de formación a desempleados, de ayudas a la contratación por parte de las empresas... Todo lo que sea gastar en ese sentido se recuperará con creces.
Si se consigue reducir el desempleo, la mayoría de los problemas se acabarán: 1) se acaba el drama social que viven casi dos millones de familias en España sin ingreso alguno; 2) se reactiva el consumo (no hará falta tanto gasto público, lo que implica menos déficit); 3) aumentan los ingresos del Estado provenientes de impuestos (menos déficit). Y sin embargo, como se pregunta Krugman, ¿quién está hablando en serio sobre la creación de empleo ahora mismo?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 19 de junio de 2011