En España lo que de verdad está vigente es el esperpento o deformación sistemática de la realidad. En estos últimos días han sucedido y, no por azar, dos hechos que merecen una valoración sociológica: Alberto Ruiz-Gallardón es increpado por unas 50 personas cuando sacaba a su perro a pasear, y en Cataluña, el presidente ha montado el espectáculo del helicóptero.
¿A qué se debe este cambio del Movimiento 15-M? ¿Han pasado de tener las manos levantadas a convertirse en ultras que tiran piedras y agreden a la soberanía popular personificada en los parlamentarios? Yo no he estudiado sociología pero devoro novela negra, cualquier detective al uso diría: los del 15-M y los que tiran piedras no son los mismos, tenemos dos escenarios distintos. El resultado de la última encuesta del CIS nos viene dando una variable permanente, los ciudadanos no confiamos en los políticos. ¿Qué hacer cuando pasa lo que pasa? Es decir, ¿qué se puede hacer cuando no se puede impedir que se oiga y se vea una reacción ciudadana? Se ridiculiza o se incrimina. De esta forma, su valor social y su futura influencia política se van depreciando a pasos agigantados.
Artur Mas monta el número circense de llegar por el aire a la Ciutadella, y los demás parlamentarios que se las arreglen como puedan. ¿Quiénes son los buenos y quiénes son los malos? ¿Rita Barberá que se asusta de lo que le dicen los indignados valencianos, pero no denuncia la corrupción?.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 23 de junio de 2011