El Gobierno estuvo unas horas contra las cuerdas en el Parlamento, donde salvó in extremis la reforma legislativa sobre negociación colectiva que le reclaman los mercados. De paso, sorteó un problema que podría haber acercado la opción de adelantar las elecciones. PNV y CiU rechazaban la iniciativa, por lo que el PSOE carecía de mayoría para aprobarla. Zapatero llamó a la desesperada al líder del PNV, Iñigo Urkullu, para prometerle que modificaría el texto a cambio de su abstención, lo que permitió aprobar la reforma.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 23 de junio de 2011