Debe de ser desalentador pulir una joya como Naufragio, en la que se huye del tópico del inmigrante, en la que se habla de la auténtica España rural, en la que los personajes son de carne y hueso, en la que además se añaden unas gotas de fantasía que dan un giro entusiasta a la trama, para luego encontrarte con una cartelera que no deja espacio para algo que no sea en 3D o tengo una estrella con tirón. En 2007, Pedro Aguilera debutó con La influencia. Naufragio, en su segunda semana en cartel, ya solo se proyecta en un cine (Renoir Plaza de España), triste ejemplo de que las joyas, si no forman parte de una película de superhéroes o robots transformables, ya no son muy apreciadas en la selva de la cartelera.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 26 de junio de 2011