Hay hambre de Foo Fighters, mucha. Tanta que ya no quedan entradas para el concierto del miércoles en el Palacio de Deportes. No es extraño, esta será su única actuación en España. Además, la devoción de los fans por el grupo de Dave Grohl, el que fuera batería de Nirvana, viene de antiguo, desde su nacimiento en 1994, el año de la muerte de Kurt Cobain.
En parte, porque es el único heredero legítimo del grupo original y porque además Grohl nunca se ha aprovechado de ello. Durante 15 años ha hecho exactamente lo que le ha venido en gana, tomándose el rock and roll muy en serio y a él mismo bastante a broma.
Además su séptimo disco, Wasting light, publicado el pasado mes de abril, ha sido muy bien recibido por la afición. Quizás porque está grabado en directo en el garaje de su casa de Los Ángeles, y porque, además, ha recuperado para su banda -que ha sido trío, cuarteto y ahora, quinteto- a Pat Smear, el guitarra que estuvo en la última etapa de Nirvana y la primera de Foo Fighters. Por cierto, el otro superviviente, el bajista Kris Novoselic, toca también en uno de los temas de Wasting Light. Por alguna razón, este concierto parece que va a ser histórico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 3 de julio de 2011