En los últimos días se asiste a una campaña mediática contra la decisión de Izquierda Unida de Extremadura de abstenerse en la investidura de José Antonio Monago como presidente de la Junta extremeña. Una decisión, votada por el 75% de los militantes, que se deriva del hastío ante la situación tan precaria que vive Extremadura, tras décadas de gobierno del PSOE, y el ninguneo al que ha sido sometida la Izquierda Unida extremeña en las últimas legislaturas, con leyes importantes que afectan a la educación y a la ordenación del territorio que han sido aprobadas con los votos PPSOE.
No se dice nada de los pactos del PSOE con la derecha regionalista, en Navarra con UPN y, en Canarias, con Coalición Canaria. O, sin ir más lejos, los acuerdos con PNV y CIU para sacar adelante la reforma laboral y la negociación colectiva. ¿A qué no saben con quién va a pactar el PSOE los próximos presupuestos del Estado? Con la izquierda parlamentaria seguro que no.
Señor Cayo Lara, no se puede arremeter en la campaña electoral contra las políticas neoliberales que está adoptando el PSOE y, después, presionar a los militantes extremeños para que apoyen a ese mismo partido. La Ejecutiva de Izquierda Unida debe entender que ya no sirve el centralismo democrático, debe escuchar a sus militantes y, sobre todo, a los indignados del 15-M que propugnan otras formas de hacer política. Empezando por no ser satélite de un planeta a la deriva.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 4 de julio de 2011