Jerry Bergonzi (Boston, 1950) pertenece, junto a Michael Brecker, Bob Berg, Bob Mintzer, Steve Grossman o Dave Liebman, a la generación de saxo tenores blancos seguidores de Coltrane surgida a finales de los sesenta. Pero, el hombre de Boston también ha incorporado procedimientos de Rollins, Shorter, Henderson, Mobley y Gordon en una expresión propia, sustentada en un timbre potente. Además, es un notable pedagogo y no es de extrañar que el local estuviese abarrotado de músicos de jazz valencianos. Sostenido por Santoro y Michelutti, una rítmica de altos vuelos con una década de inspirada colaboración, abordó desde el inicial Obama todo un programa de composiciones propias. Su escritura es rica, reelabora armonías de estándares o sutiles referencias a hitos del jazz. Es el punto de partida para construir brillantes y constantes improvisaciones por medio de un fraseo articulado y un control apabullante de sus recursos.
En general en todos sus temas y en especial en Stoffy y Silent Flying, que pertenecen a su último disco Convergence, la interacción y el drive del trío alcanzó cotas muy elevadas. El bis final Who Cares?, el único estándar interpretado, debido a los hermanos Gershwin, fue la guinda hermosa y atractiva de un concierto de extrema coherencia y jazz de muchos quilates. Si en El mundo en sus manos, de Raoul Walsh, el hombre de Boston (Gregory Peck) surca vertiginoso los mares con La peregrina de Salem, Bergonzi -otro hombre de Boston- también voló muy alto, exhibiendo una ejemplar maestría del lenguaje del jazz. Fue la mejor forma de celebrar los veinte años de esforzada y meritoria oferta jazzistica de Jimmy Glass.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 7 de julio de 2011