Ahora ya no hay disculpa posible, hace tiempo que se acabó la coartada, pero el daño que se causa al ciudadano continúa con la connivencia de las autoridades. El canon que se nos cobra indebidamente a la compra de soportes informáticos para uso privado no puede ser legal. Mis fotografías, mis documentos o la música que yo compongo, y como los míos los de todos los demás, no pueden estar obligados a pagar nada a una sociedad absolutamente ajena. La SGAE no tiene nada que ver en nuestras vidas y su música es como el humo de los coches: está ahí sin poder evitarla. La diferencia es que del humo aún no ha pretendido nadie cobrarnos los derechos de autor.
Nos están llamando piratas a todos y ni se ponen colorados. Los corsarios, a diferencia de los piratas, contaban con el respaldo de los Estados, y en este caso la SGAE nos está "abordando" a todos con su patente de corso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 8 de julio de 2011