El procesamiento de tres mandos policiales por parte del juez Pablo Ruz culmina una investigación abierta hace cinco años. Estas son las principales claves del caso.
- ¿En qué consistió el chivatazo? Joseba Elosúa, dueño del bar Faisán y colaborador de ETA, recibió el 4 de mayo de 2006 una extraña visita. Alguien entró esa mañana en su local, le pasó un teléfono móvil, y a través de él otra persona le comunicó que iba a producirse una gran operación contra el aparato de extorsión de ETA si él, como tenía previsto, se reunía en Irún con un etarra. La operación se frustró, aunque un mes y medio después se puso en marcha de nuevo impulsada por el juez Fernando Grande-Marlaska y la magistrada francesa Laurence Le Vert. Culminó con 12 detenciones.
- ¿Quién dio el soplo? Según la investigación interna que llevó a cabo el comisario Carlos Germán a instancias de Grande-Marlaska, había tres implicados: el inspector de Vitoria José María Ballesteros -supuestamente, el que entró en el Faisán y pasó el móvil a Elosúa-; el jefe superior de Policía del País Vasco, Enrique Pamies -quien presuntamente habló con él-; y el director general de la Policía Víctor García Hidalgo.
- ¿Cuáles son las pruebas? El registro de los teléfonos móviles de los imputados muestra que se intercambiaron llamadas en los momentos previos y posteriores al chivatazo, reconocido por Elosúa. Ballesteros, según los repetidores de telefonía, a la hora del soplo llamó desde el bar a Pamies, quien a su vez cruzó varias llamadas con García Hidalgo. Alfredo Pérez Rubalcaba, titular de Interior desde el 11 de abril de 2006, destituyó a García Hidalgo el 8 de septiembre, cuatro días después de que lo implicaran en el soplo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de julio de 2011