Es una combinación eterna, clásica y repetida hasta la saciedad, pero funciona como pocas. Flauta y arpa forman un binomio indivisible, algo parecido a lo que sucede con otros tipo de conjuntos como el cuarteto de cuerda, el quinteto de viento o la lógica combinación de canto y piano. Cuando se habla de música de cámara, la unión del arpa y la flauta son un legado de las grandes fiestas en los salones de Centroeuropa, y la arpista Daniela Iolkicheva y la flautista María Antonia Rodríguez lo saben. Por eso han programado un concierto para el sábado que viene en La Acebeda en el que, a través de una centuria, repasan composiciones perfectas para este tipo de grupo. Desde la Sonata en Do Mayor del muy madrileño Luigi Boccherini hasta el romanticismo creativo de la Sonata en Mi bemol Mayor de Louis Spohr. La asturiana que terminó en la orquesta de la RTVE y la búlgara que se dejó cautivar por la Sinfónica de Sevilla, forman un conjunto sólido y exquisito, muy relajante para una noche de verano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de julio de 2011