En el mercado hay mucho miedo. La situación económica y financiera en los países desarrollados empuja a buscar puertos seguros para el dinero a la espera de que amaine la tormenta. La Bolsa, y menos la española, no es un lugar donde quedarse a corto plazo. El Ibex 35 cayó un 4,56% en la semana, perforando el nivel de los 9.500 enteros. En las últimas 10 sesiones el selectivo se ha dejado la friolera del 9,56% de su valor y ya acumula pérdidas anuales del 3,8%. El principal lastre sigue siendo el sector bancario, pero el castigo está siendo muy generalizado. De hecho, en la semana, ningún valor del índice tuvo ganancias.
En el mercado de renta fija las cosas no fueron mucho mejores para los activos españoles. El bono español a 10 años volvió a superar el 6% de rentabilidad (el precio se mueve de forma inversa al rédito). Esto ha propiciado que la prima de riesgo (diferencial con la deuda pública alemana, considera como más segura) retorne a máximos (337 puntos básicos).
La aversión al riesgo se ha disparado en el mercado. Y motivos no les faltan a los inversores. Por un lado, sigue sin taponarse la herida griega. La táctica de la Unión Europea, liderada por Alemania, de dar, como en el rugby, una patada hacia delante buscando ganar tiempo (o un milagro) parece que no da resultado. El mercado exige un compromiso conjunto de los Estados que, de momento, sus líderes políticos no están dispuestos a proporcionar. El problema es que cada día que pasa el peligro de contagio aumenta. Esta semana la presión ha llegado a Italia. El Gobierno de Berlusconi se ha visto forzado a aprobar de urgencia un programa de austeridad para reducir su déficit en 79.000 millones de euros. A Italia le pasa como a España: son economías demasiado grandes para caer y, al mismo tiempo, demasiado grandes para ser rescatadas. Sencillamente, no habría dinero para hacerlo.
Por si esto no fuese poco para la zona euro, el resultado de las pruebas de solvencia a sus entidades financieras ha traído más incertidumbre al mercado. Cinco de las ocho entidades que han suspendido el examen son españolas (Pastor, Unnim, CatalunyaCaixa, CAM y Grupo Caja 3).
Además, a los problemas europeos hay que añadir las turbulencias en EE UU. La principal economía del mundo avanza hacia la quiebra. Si antes del próximo 2 de agosto demócratas y republicanos no son capaces de desbloquear la negociación presupuestaria (y con ello elevar el techo de deuda), Washington suspendería pagos.
En este contexto, la semana que viene tampoco se presenta sencilla. El miércoles 20 de julio debería salir a Bolsa Bankia, y un día después, Banca Cívica. Cualquier noticia en sentido contrario, lo más probable es que desatase de nuevo las ventas sobre los activos españoles. Los inversores, por tanto, tienen prohibido quitarse el cinturón de seguridad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 17 de julio de 2011