Sea por el cambio climático, sea por la naturaleza veleidosa del tiempo, lo cierto es que este año el famosísimo anticiclón de las Azores no es puntual a su cita veraniega. El mes de julio, que arrancó bien por lo que al calorcillo respecta, hace ya más de una semana que ha decidido convertirse en un vulgar mes de octubre con sus lluvias intermitentes, sus días nublados y ventosos, y sus temperaturas que solo en el corazón del día -y eso en días soleados- llegan a los 30 grados. Y como no hay anticiclón en las Azores, las borrascas se suceden y traen consigo una rebaja drástica de las temperaturas, obligan a abrigarse por la noche y dejan las playas como un erial. Un ejemplo: el de la fotografía, que ilustra la desolada situación en la que se encontraba ayer por la mañana la playa de Levant de Salou, en la que el sol y los bañistas brillaban por su total ausencia de forma clamorosa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 23 de julio de 2011