A Carles júnior y a Salvador Piquer los separan 50 años, pero han compartido cada minuto desde que hace más de un mes se unieron a la ruta Este. Salvador salió de Valencia el 20 de junio y Carles, con su padre, se unió dos días después. Son el mayor y el pequeño de la marcha. Referente e ilusión del grupo.
Piquer, ya jubilado, se ayuda en el camino de un bastón, siempre con sus gafas de sol oscuras y su toalla morada al hombro para secarse el sudor. Dice que camina para recuperar la dignidad y para recordarle a los jóvenes que "en la vida hay que conquistarlo todo". El niño corre de un lado a otro mientras los 130 caminantes del grupo cuidan de él. Camina porque su padre, que está en paro y "muy indignado", se sumó con él a la aventura nada más terminar el colegio. Cuando Carles llega a Madrid, subido a la espalda de un compañero de viaje, ya no quiere ser astronauta ni futbolista, solo dice que quiere pasar así, en ruta de pueblo en pueblo, el resto de su vida.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de julio de 2011