Noble y con clase la corrida de Capea. Todo un lujo. Aguantó sin rechistar. Tuvo pies cuando debió tenerlos y temple en todo momento. Ese son clásico de los murubes: calidad con denominación de origen. El primero se lanzó espectacularmente al callejón nada más pisar el ruedo, ante el burladero de capotes; el sexto se dolió en la primera farpa. Fueron los únicos detalles feos de una gran corrida. Mas no importó, al momento tanto el que abrió la corrida como el que la cerró mantuvieron el gran nivel del resto. Corrida, además, de enorme volumen, con dos toros por encima de los 600 kilos, el tercero con 627. El que menos pesó, el primero, con 560. No acusaron los kilos. Pareció, incluso, que tal envergadura favoreciera su exquisito temple.
Pelayo, Lorenzo / Galán, Hernández, Manzanares
Cinco toros de San Pelayo y uno, el 4º, de Carmen Lorenzo. Bien presentados y despuntados reglamentariamente. Nobles y con clase.
Sergio Galán: dos pinchazos y entera trasera (saludos); cuatro pinchazos, entera y descabello (saludos). Leonardo Hernández: entera (oreja); entera (oreja). Manuel Manzanares: bajonazo (palmas); dos pinchazos y entera (saludos).
Plaza de Valencia, 24 de julio. 9ª y última de abono. Más de media.
El triunfador de la tarde, después de contar al ganadero, fue Leonardo Hernández. Con OH 31, Quieto y Xarope, lidió al segundo. Discreto en las dos farpas de recibo, templó y quebró con autoridad en banderillas. Dos de las cortas, en trenza, lanzaron la faena que tuvo un remate feliz con la espada. Al quinto, con Burladero de salida, le clavó una primera farpa muy trasera y a velocidad de vértigo. No midió y hubo de clavar como pudo para no pasar en falso. En el segundo rejón la cosa tocó fondo: el toro le tropezó de lleno el caballo y el público mostró su disgusto. Se puso de cara la situación en banderillas, montando a Verdi. Un gran quiebro en el centro del ruedo levantó ovaciones. Otro casi igual, más hacia el tercio, confirmó la faena. Con Xarope culminó la obra: un par a dos manos y tres cortas en noria.
Mala suerte de Leonardo Hernández. Dos lecciones de rejoneo que se malograron con la espada. La del primer toro, una verdadera exhibición de monta y ejecución. Pena que no matara. Manzanares alcanzó momentos interesantes con otros que denotan su periodo todavía de formación. Digno debut.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de julio de 2011