Leo con estupor cómo en menos de seis meses gracias a una decisión del Consejo de Ministros se ha nacionalizado al congolés Ibaka para que pueda jugar con la selección española de baloncesto.
Indignante que para determinadas personas se haga esta distinción por el hecho de ser un deportista de élite.
En contraposición, mi esposa, al igual que miles de personas, debe tardar más de cuatro años para conseguirlo por el trámite rutinario.
Ella estuvo estudiando y trabajando cuatro años en España antes de casarnos: es colombiana. Según la ley, debimos esperar un año desde la boda para solicitar la nacionalidad, reuniendo una ingente cantidad de documentos. En la tramitación nos dijeron que por lo menos y si son suficientes los documentos, otros dos años para una contestación; y si esta es resuelta favorablemente, otros nueve meses para jurar la Constitución. Es decir, ¡cuatro años! por no ser una deportista de élite sino simplemente una trabajadora más.
¿Por qué se permiten estas arbitrariedades? ¿por qué no se acaba con esta discriminación?.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 28 de julio de 2011