Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
COLUMNA

'Tronista'

Cada vez más los participantes en un programa de Telecinco no sueñan solo con ganar la competición. El gran premio es que la emisora los incorpore a su parrilla y les dé cuantos más bolos, mejor. El más envidiado éxito es, por ejemplo, lo que le pasó a un participante de Hombres y mujeres y viceversa, particular-mente chulo sobre sus propios encantos. De ahí lo ficharon para Sálvame y el éxtasis llegó con la invitación para Supervivientes. Un sueño añadido para las chicas puede ser una portada de Interviú.

Por eso no ha de extrañar que la intervención en uno de esos espacios se piense de un modo profesional. En Hombres y mujeres... expulsaron a la pobre tronista y a dos pajes del concurso porque tenían el mismo agente que dirigía la conducta de la criatura. El problema no era que lo tuvieran, sino que al ser de más de uno podía organizar un verdadero contubernio del ligue. El programa se dedica al celestinaje. Una chica se sube al trono y de todo el catálogo de chicos que hay, la mayoría notablemente musculados, debe ir eligiendo con quien quiere pasar unos días divertidos. Según el resultado, la cosa progresa o escoge a otro. Pues bien, la chica estaba asesorada por un jefe que tenía en su portafolio a otros dos concursantes y le iba indicando cómo, cuándo y por qué debía escoger a uno o despachar a otro.

El castigo fue implacable. Antes de la expulsión tuvo que escuchar que era una tonta -"un poquito", admitió la pobre- y a su propia tía que le decía que "es para matarte". Pidió perdón a sus padres y aceptó que no estaba preparada para ir a la calle y debía regresar a sus faldones. La chica explicó por qué tenía agente. Cuando fue elegida para subir al trono, se le acercó el personaje y la convenció de que debía llevarle su destino televisivo "porque yo no tengo idea de televisión y me iba a orientar". Su jefe le ordenaba cuántas citas tenía que dar, cuánto tiempo tenían que durar y "cuándo les tengo que echar".

El episodio demuestra lo viciados que están este tipo de programas por las propias expectativas que despiertan a sus concursantes. El gran sueño es perpetuarse en la tele y para eso hay que estar asesorado. Ahora, por lo visto, el truco está en saber escoger el agente que te lleve tus asuntos y no te haga meter la pata.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de agosto de 2011