La Unión Europea, como condición para decretar nuevas ayudas, le exigió al Gobierno de Portugal que disminuyera el número de sus Ayuntamientos de acuerdo a núcleos de población racionales, una de las razones que crean el excesivo gasto público y el endeudamiento no productivo de algunas naciones, en especial latinas. El Gobierno de Italia, por lo que parece, va a hacer lo mismo sin que se lo exijan los germánicos, tan exigentes con las cosas del buen gobierno.
Aquí, en cambio, nos pasamos el tiempo discutiendo sobre si es mejor gobernar desde Madrid, o desde cada autonomía y, sin embargo, nadie protesta porque existan unos 8.500 Ayuntamientos. Más del doble de los que deberían existir.
Consecuencia: cada equipo municipal, además de tener que contribuir a su partido con una parte de los impuestos y comisiones que cobra, sigue organizando sus propios eventos, sus ferias y fiestas, sus seudopromociones del turismo localísimo y el resultado es el que es.
¿No podrían los pueblos más pequeños organizarse en una mancomunidad municipal y llegar a acuerdos sobre tener un solo equipo, un solo patrón y todo lo demás?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de agosto de 2011