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DESDE MI DESPENSA

La ostra y sus algas

El hambre que tuvo que pasar la raza humana para tener que comerse las piedras.... O las ostras, si se las quiere llamar así. Y cómo debió agudizar el ingenio para llevarse a la boca un ejemplar con forma similar a una roca. Bien, pues yo las adoro y con ellas he cocinado mucho: en mis bares crudas sobre hielo, con vinagreta de manzana verde, o escabechadas con juliana de puerro y zanahoria. Y lo sigo haciendo en mí menú "Sale el Sol" del restaurante de Dénia. ¿Cómo las hago? Os sorprenderiais del binomio piedra alga que hemos hecho y de la sencillez de la elaboración. Una reflexión. La ostra es un molusco que, crudo, es maravilloso, su textura es melosa y tierna. Hecha la reflexión, abramos las ostras que nos vayamos a comer. Las reservamos con toda su agua, soltándola de la cáscara. La dejamos dentro. Solo abrirla y soltarla. En una cazuela de barro colocamos algunas algas. Estas cubrirán por arriba y abajo las ostras y las dotarán de una aroma yodado maravilloso. Metemos la fuente al horno a 200 grados durante seis minutos. Una vez pasado este tiempo, las ostras estarán cocinadas, el calor habrá entrado de forma tenue y sutil y solo quedará quitar la valva superior. La ostra ha de estar solo caliente, no muy cocida, ya que se acorchará. quiquedacosta@quiquedacosta.es

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de agosto de 2011