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Fiesta y champán, por 'cortesía' de Flavio Briatore

No parecían muy preocupados por su cartera. No paraban de pedir botellas de champán. Una, dos, tres.... Así hasta 92. Y una de güisqui, por si no bastara. Ya de madrugada de ese 2 de julio un camarero del Billionaire, el lujoso local del magnate italiano Flavio Briatore en la costa al norte de Cerdeña, llevó la cuenta a la mesa de los seis rusos: eran 86.000 euros.

Ellos no se inmutaron. Juraron que bastaría con acudir al día siguiente a su yate para que el comandante del barco saldara la deuda. Al ser una forma de pago muy usada por los glamurosos clientes del local, nadie del Billionaire sospechó nada. Pero desde entonces los seis se volatilizaron sin dejar rastro, salvo el de una de las huidas sin pagar más caras que se recuerden.

El recibo llegó efectivamente al Kismet (así se llamaba el yate de 70 metros de eslora desde donde había salido la llamada para reservar la mesa) y, según contaba el periódico local L'Unione Sarda, el comandante firmó la factura asegurando a su vez que pagaría. Todavía esperaba encontrar a sus huéspedes, los mismos que le habían asegurado ser hijos de ricos empresarios rusos. Pero ya eran espectros.

El administrador del Billionaire, tras unos días de espera, decidió denunciar a los chicos por estafa. Y los policías, o más bien cazafantasmas en este caso, prohibieron al comandante dejar la isla. De momento, los seis siguen sin aparecer. La última vez que se les vio fue en el local, seguramente brindando por la salud de su benefactor.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 23 de agosto de 2011