Al margen de las razones que exponen las farmacias de Castilla-La Mancha para cerrar, que son irrebatibles puesto que todos tenemos derecho a exigir el cobro por el trabajo que realizamos y todos la obligación inexcusable de pagar por el que encargamos y es realizado, hay una cuestión que no sale nunca en los medios y es la liberalización del sector. Igual que poner una clínica no es privativo de los médicos, sino de empresarios que los contratan para llevar su proyecto a cabo, en el sector farmacéutico debería ocurrir lo mismo.
Creo que es hora de acabar con unos privilegios que nadie sabe en función de qué hecho existen y perduran. Los corporativismos no son democráticos y deben desaparecer para siempre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 28 de agosto de 2011