La enésima reinvención del Getafe presentó, de partida, la paradoja de la cotidianidad. Después de 11 llegadas y 12 salidas, la vida sigue igual en el Coliséum. Enfrente, como si de almas gemelas se tratara, Juan Ignacio Martínez intenta dar continuidad a la hoja de ruta implantada por Luis García en sus tres cursos como técnico del Levante.
Aplicados pero romos, ambos equipos firmaron un inicio amodorrado. Pero, a la hora, Sarabia saltó al campo y su ingenio cortocircuitó a la defensa granota. Enhebró un pase genial por la única rendija del dique levantinista. Lacen puso el vértigo con una pared sutil y Miku la pegada con un zapatazo que fusiló a Munúa. El fogonazo despertó al Levante. Juanlu secundó el voluntarismo de Aranda y firmó el empate con un intencionado tiro cruzado. Un guion conocido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de agosto de 2011