La expectación creada por el Málaga tras un verano de inversiones millonarias fue devorada por un Sevilla tocado en su orgullo después de la eliminación europea ante el Hannover. El conjunto adiestrado por Marcelino mejoró mucho en la defensa, juntó más sus líneas y se mostró con un carácter competitivo que desnudó la carencias que todavía tiene el proyecto de Pellegrini.
El Málaga necesita tiempo para ensamblarse mientras le toca sufrir a jugadores como Negredo. El delantero madrileño está en un gran momento de forma y, ayudado por los continuos desmarques de Manu, encontró la fórmula de castigar una y otra vez a la desajustada defensa rival. Anotó dos goles, remató en innumerables ocasiones sobre la meta de Caballero y, en definitiva, fue un auténtico incordio.
Con plomo en las piernas y a un ritmo de veteranos, al Málaga le queda mucho trabajo por delante para ser competitivo, por más que el golazo de Cazorla, en su único disparo a puerta, le diera mínimas opciones de empatar el encuentro en el tramo final.
Marcelino colocó a Varas en la portería y blindó la cobertura con la inclusión de Cáceres y Spahic. El resultado fue un Sevilla más compacto que ante el Hannover. El Málaga mostró desde el principio su apego por el fútbol moderno, de buen toque, con interiores como Cazorla moviéndose con absoluta libertad, pero se encontró muy pronto con un golpe inesperado en contra que le desbarató de forma importante sus planes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de agosto de 2011