Tiene toda la razón Jorge Edwards cuando dice (EL PAÍS, 3 de septiembre de 2011) que lo más instructivo de la biblioteca de Cortázar son sus anotaciones en los márgenes de los libros leídos. En La voz a ti debida, de Pedro Salinas, dejó escrito que lo relee en Wiesbaden, en un restaurante "lleno de vampiros... el propietario out of a Polanski film, el mozo... todos mirando a los clientes como si les calcularan los glóbulos rojos". No tengo la menor duda (a lo mejor ya se ha dicho, pero yo todavía no lo he oído) de que allí se le ocurrió uno de sus mejores cuentos, Reunión en un círculo rojo, ese inquietante relato de vampiros que regentan un restaurante, y en el que no usa una sola vez la palabra vampiro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 7 de septiembre de 2011