¿Están de broma? Hace unos años evalué en varias ocasiones a candidatos en el programa posdoctoral Ramón y Cajal, en la especialidad de Ciencias de la Tierra. Jóvenes alrededor de los 30 años con magníficos currículos, muchísimo mejores que los de gran parte del profesorado universitario y que de los investigadores de los organismos nacionales y autonómicos de investigación, incluyendo a los que evaluábamos. Me dio la impresión que la situación era similar en las otras especialidades.
Si añadimos a ello la gran cantidad de mediocridades, por decirlo de una manera amable, que ingresaron en el cuerpo docente universitario a partir de 1980, aconsejaría no extender la jubilación más allá de los 65 excepto para casos muy, pero que muy, excepcionales. Estas generaciones jóvenes, mucho mejor preparadas que las anteriores, merecen acceder con menos trabas y más rapidez a los puestos de profesores o catedráticos universitarios e investigadores. Elevarían sustancialmente el nivel de excelencia del mundo académico e investigador de nuestro país.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de septiembre de 2011