Durante estos tiempos de crisis todos los sectores están sufriendo, pero algunos sectores relacionados con la construcción están totalmente desubicados. Es el caso de los arquitectos, sobre todo de los más jóvenes, que sentimos, de repente, que nuestra profesión no es necesaria para la sociedad.
Los que acabamos la carrera hace unos años tuvimos condiciones deplorables de trabajo en pleno boom de la construcción (falsa autonomía, precios de 4-6 euros la hora, horas extra sin cobrar, sin vacaciones pagadas ni paro, con despidos de un día para otro e incluso cobrando en negro en grandes estudios). Ahora nos vemos con varios años de experiencia, sin trabajo, hiperformados, esforzándonos mucho y entrando peligrosamente en el desánimo colectivo. Es el sector profesional cualificado más castigado, y necesita ayuda directa.
Necesitamos incentivos para rehabilitaciones subvencionadas, ayudas para reformas de viviendas existentes, incentivos para mejoras en habitabilidad, accesibilidad y mejoras energéticas en las viviendas. Necesitamos ayudas para empezar nuestros negocios, flexibilidad administrativa y fiscal para comenzar a emprender por nosotros mismos. No podemos pagar 280 euros al mes como autónomos si tenemos ingresos muy bajos, esta rigidez solo genera más y más mercado negro que únicamente perjudica a las arcas del Estado.
Necesitamos, también, que se confíe en nosotros desde las Administraciones. Somos personas formadas, conocemos desde aspectos ingenieriles hasta históricos y, por tanto, somos capaces de gestionar muchos aspectos de las ciudades y del territorio.
Por último, hay más de 40 escuelas de arquitectura en España. Es irresponsable no limitar la cantidad de gente que entra en un mercado tan maltratado, donde no cabemos todos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 21 de septiembre de 2011