El Gobierno acaba de recuperar el impuesto sobre el patrimonio. Se dice que se hace para aumentar los ingresos públicos en unos 1.000 millones de euros. Más bien es una medida electoralista por la escasa recaudación que supone la medida y la facilidad que tienen los grandes patrimonios para evitar pagar por este impuesto. Es sabido que las grandes fortunas tienen sus bienes integrados en fundaciones y sociedades patrimoniales y, por tanto, escapan a este impuesto que recae sobre las personas físicas.
Realmente es mucho más efectivo y justo gravar las rentas. Sin embargo, no se toca la tributación en el IRPF de los tramos altos, que en los últimos años se han beneficiado de importantes reducciones en los tipos efectivos. Tampoco se corrige la gran injusticia que supone el menor gravamen de las rentas del capital (19%-21%) frente a las rentas de trabajo (con tipos medios del 30%), y no digamos lo patético que resulta que las rentas declaradas por los asalariados sean un 60% superior a las declaradas por los profesionales y autónomos. Y qué decir de las grandes empresas, cuyo tipo efectivo en sociedades es el 10%.
Nuevamente el partido socialista aprueba una medida de cara a la galería, con escasa efectividad recaudatoria. Mientras que omite hacer una verdadera reforma del impuesto sobre la renta para recuperar la capacidad recaudatoria y la progresividad perdida por este impuesto en los últimos años.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de septiembre de 2011