Un día después de que los diestros Juan Mora, José Tomás y Serafín Marín toreasen los últimos seis astados, la plaza de toros Monumental amaneció ajena al tenso bullicio de la jornada anterior. Las embestidas de los toros dejaron paso a las visitas al ruedo de los curiosos. El Museo Taurino, abierto desde primera hora, vio desfilar a un público totalmente distinto. Ni rastro de las proclamas protaurinas que retumbaron el domingo en la plaza. Salvo algún aficionado nostálgico, la estampa de la mañana encuadró a distintos turistas inmortalizados frente al coso o, como los de la fotografía, en medio de la arena.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 27 de septiembre de 2011