El estado de ánimo cambia de manera tan vertiginosa en el Valencia que el entrenador, Unai Emery, mudó el lunes de escenario y trabajó con sus jugadores en la playa de El Saler, como terapia para superar la depresión de haber perdido el sábado frente al Sevilla (1-0), una derrota ante nueve que pulverizó la euforia del empate tres días antes contra el Barça (2-2). Con tanta inestabilidad emocional, la mejor noticia es el regreso del líder y capitán, Albelda, ausente en el Sánchez Pizjuán por un costalazo frente al Barça. Tras el pinchazo ante el Genk (0-0), el Valencia necesita voltear a un Chelsea en pleno proceso de transformación. Desde que lo comprara en 2003, Román Abramóvich siempre soñó con un equipo atractivo, no solamente ganador.
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Nunca lo logró a pesar las dos Ligas con José Mourinho (2005 y 2006) y la tercera con Carlo Ancelotti (2010). Desde Mou, el Chelsea se ha distinguido más por el músculo que por la técnica, siguiendo esa senda sus sucesores: Luiz Felipe Scolari, Avram Grant, Guus Hiddink y Ancelotti. Abramóvich le pide algo más a André Vilas-Boas y este ha convertido a Mata y Torres en la esencia del nuevo Chelsea, que, además de ganar, quiere ser sexy.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 28 de septiembre de 2011