Cuentan que cuando se llega a la vejez y se vislumbra la cuenta atrás, personas que a lo largo de su vida han sido calificadas con eufemismos como difíciles, con genio, de carácter o muy suyas, se pueden convertir directamente en el demonio; que el reclamo de atención puede ir de la mano del fingimiento del dolor físico y la desolación mental; que son capaces de destrozar a toda una familia, acabar con cualquier afecto y que su cuidado deambule entre el viacrucis y el deseo de que todo acabe... como sea. Las malas personas, en fin, mueren más malas personas todavía. Así que tener el valor de representar uno de estos caracteres en forma de abuelita aparentemente desvalida, retratar el martirio y hacerlo desde la comedia negra es un triunfo. Lo ha hecho Telmo Esnal en ¡Feliz año, abuela!
¡FELIZ AÑO, ABUELA!
Dirección: Telmo Esnal.
Intérpretes: Nagore Aramburu, Joxean Bengoetxea, Monserrat Carulla, Kontxu Odriozola.
Género: comedia. España, 2011.
Duración: 107 minutos.
Conceptos tan burocráticos como la conciliación de la vida laboral y familiar o la ley de atención a las personas en situación de dependencia adquieren aquí otra dimensión. El sempiterno esquema de las películas sociales mal llamadas necesarias se resquebraja sin por ello perder toda su capacidad para dar en el blanco con el retrato del dolor de llegar a viejo. Con ¡Feliz año, abuela!, como con Four lions (coinciden en un mismo fin de semana dos de las comedias más bestias del cine reciente), se te congela la sonrisa, sobre todo en una segunda mitad de una negrura cruel, diestra y payasa. Y aunque pueda pensarse que el cuarto de hora final esté de más, pues el asunto de las uvas podría haber puesto la guinda más negra, Esnal aún se saca de la manga un último giro a su garrote, todavía más desolador y jocoso.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de septiembre de 2011