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COLUMNA

Sin cambio

Campaña a la contra de La Caixa. Cuando muchos bancos se suben al carro alternativo, apropiándose de la letra k y los grafitis, la entidad catalana presume de que hay cosas que nunca cambian. Y se respira aliviado porque de seguir así los bancos, mejor dicho bankos, terminarían por ofrecer al abrir cuenta un juego de muñequeras de pinchos y unos luchacos. Pese a que una vez más la alternativa entre los dos grandes partidos se va a consumar bajo el eslogan del cambio, más que cambio nos espera la automutilación, aterrados de que la única alternativa para no perderlo todo sea perderlo casi todo. Dicen que nos sobran estos 50 días; puede que fuera bueno vendérselos a algún emirato y que ellos disfruten cincuenta días más de sol y nosotros a cambio nos ahorramos casi dos mensualidades. Si gobernar ahora es llegar a fin de mes, es más eficaz quitar meses que nóminas.

Por suerte la televisión comercial, cual caja de ahorros, también ofrece resistencia al cambio. Vuelve Granjero busca esposa, que junto a Frank de la jungla perfila a Cuatro como alternativa rural y gamberra a la cadena matriz, Telecinco. En las mañanas, con Marta Fernández, aún resiste la apuesta más sofisticada y cualitativa. Pero Granjero puede comerse una cadena, que incluso los noticiarios se vean afectados por el neorruralismo y acorten las noticias de sucesos para informar del precio de los cereales o la subida de los piensos.

Si los personajes seleccionados dan la talla, y no parece que ellos como su colega irlandés sean de los que prefieren estar más cerca de Dios que de las carnes de Rihanna, es difícil que el público no se sienta atraído. Una mezcla de Caravana de mujeres, los solteros de Plan, telenoviazgos y aplicar los principios de una feria de ganado a las relaciones humanas nos recuerda que no hay motivo para andar con aires de superioridad frente al reino animal. Romances mostrencos, zapatos de plataforma entre excrementos y escotes que competirán con los madrugones para ordeñar a la vaca. Puede que Granjero busca esposa sea a la tele del siglo XXI como el arado de bueyes a la ingeniería aeronáutica, pero los entendidos saben que necesitamos que algunas cosas nunca cambien.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de septiembre de 2011