¿A quién beneficia este caos económico en el que llevamos sumidos tanto tiempo? Porque a alguien beneficia, y eso está bien claro. ¿Y los Gobiernos de toda Europa no lo saben? Y, si lo saben, ¿por qué no actúan en consecuencia? Y, remitiéndonos a nuestro país, ¿por qué Mariano Rajoy no dice una palabra clara acerca de cuáles son sus propuestas para sacarnos de la crisis? Permítame, entonces, el señor candidato del Partido Popular que, ya que él no dice nada, le haga unas preguntas, para el caso de que fuera elegido por los españoles.
¿Va, como ya ha manifestado en algunas ocasiones, a bajar los impuestos? ¿Descongelará las pensiones y subirá a los funcionarios el sueldo que les bajó el Gobierno de Zapatero? ¿Aspira, él también a crear 3.500.000 de puestos de trabajo en una legislatura? ¿Va a mantener su tan repetida frase de que "solo con el cambio de Gobierno se generará confianza y la situación mejorará", o se va a escudar en "la herencia recibida" ? ¿Se compromete el señor candidato a que la enseñanza y la sanidad públicas no se sigan deteriorando? ¿Qué va a hacer con ese impuesto "ridículo" sobre el patrimonio de los ricos? Ya que lo considera injusto "porque perjudica a los ahorradores", ¿se compromete a quitarlo apenas pise La Moncloa? ¿Tiene alguna idea acerca del Concordato con la Iglesia católica, que supone un enorme gasto para este Estado aconfesional en el que vivimos?
Demasiadas preguntas, tal vez, para quien se ha mantenido en la ambigüedad, o en el silencio, durante casi ocho años.
Queda también por saber si, llegado el caso de que sea elegido para gobernar, pase de recurrir el Estatut a hablar catalán en la intimidad, y si se atreverá, como hizo en su día Aznar, a llamar a los etarras "Movimiento Nacional de Liberación Vasco".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 1 de octubre de 2011