El pasado 4 de octubre, y bajo el título Monumentos del derroche, la sección de Opinión, El acento, de EL PAÍS se hacía eco de algunos de los sinsentidos del gasto descontrolado en contenedores culturales por parte de diversas Administraciones públicas.
Entre otros efectos se aludía a la desaparición del Festival Internacional de Cine Documental de Navarra, Punto de Vista.
Como actual director artístico de dicho evento me gustaría aclarar tres puntos.
En primer lugar, que Punto de Vista no desaparece, sino que pasa a ser bienal mientras persista la actual situación económica (como informó Elsa Fernández-Santos en la edición digital de EL PAÍS el pasado 30 de septiembre).
Segundo, y como también ha circulado en medios de comunicación nacionales y extranjeros, Punto de Vista, lejos de ser un ejemplo de despilfarro, lo ha sido, y lo sigue siendo, de un riguroso trabajo presupuestario: con 300.000 euros ha alcanzado un innegable prestigio internacional que para sí quisieran otros eventos culturales españoles con presupuestos hasta cinco o seis veces superiores.
Y en tercer lugar, que Punto de Vista, un programa propio del Gobierno de Navarra, siempre se ha caracterizado por el rigor de sus programas, centrándose en los contenidos culturales y prescindiendo de alfombras rojas y estrellas con las que se pudiesen fotografiar los políticos de turno.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de octubre de 2011